TITULO:
Lo que Ana no ve...
Lo que Ana no ve...
AUTORA:
Mariela G. Marianetti
Ana se levanta como cualquier día a la misma hora desde siempre; casi, de forma automática su cuerpo responde a ese horario; es más, si un día olvidara programar su reloj, ella despertaría igual...y hoy no es la excepción.
Su rutina incluye leche de soja y un baño; tomar el mismo autobús y llegar puntual a la oficina, eventualmente se detiene a mirar algo nuevo de la boutique de enfrente pero casi nunca compra nada, su sueldo apenas alcanza para llegar a fin de mes y ella, muy en el fondo, considera a la moda un lujo inaccesible, así que se conforma con ofertas ocasionales o ventas de garaje...
Ya tiene casi treinta y tres años y ha tenido muy pocos amores...Juan, su viejo compañero de secundaria y Oscar, un mujeriego incurable que nunca logró valorarla como mujer, fueron sus dos aventuras amorosas y las dos tan efímeras como olvidables; se puede afirmar que Ana tuvo muy poco amor en su vida.
Aquella mañana llegaron rosas a la oficina; eran unas rosas rojas, casi oscuras, casi brillantes que enmudecían, por su belleza, al más curioso espectador; sus ojos se inundaron de sonrisas cuando el niño que las traía mencionó su nombre; sí, eran para ella, ¿pero?, ¿quién las enviaba?
Con tanta alegría dibujada en su rostro, Ana ya no pudo concentrarse en el trabajo; miraba alrededor para detectar si alguien la observaba, tal vez así podría descubrir a su admirador secreto, pero solo detectaba rostros concentrados y rutina; la verdad es que se le notaba que no podía esperar para salir del trabajo y volver a su Dpto a pensar en quién podría haber enviado esas flores...
Cuando llegó la hora de salir, se despidió de todos con esa sonrisa incurable que parecía haberse instalado en ella desde la entrega y que todos deseábamos no la abandonara nunca...sería porque habíamos conocido su tristeza...y porque la queríamos; ella era una mujer querida, aunque pocos sabemos si ella realmente lo sabía, porque era distante, porque parecía extraña...
Yo me hacía el distraído mientras la observaba, siempre miré para abajo cuando ella pasaba o se detenía en la máquina de Café, y hasta cuando me hablaba; nunca me animé a decirle nada, ni siquiera fui capaz de ofrecerle un café...no sé por qué Ana tenía ese efecto en mí, me dejaba mudo, me sofocaba su presencia, era como que el mundo se hacía tan pequeño ante su paso, que yo me sentía nada ante la inmensidad de su presencia.
Una vez que atravesó la puerta, vi su cabello rizado alejarse por última vez hacia su destino...alcancé a escuchar un gritó y divisé mis rosas desparramadas en el asfalto; rojas, tan intensas como la sangre que cubría el cuerpo de mi amada en el pavimento...¡Y nunca le dije cuánto la amaba!
AUTORA:
Mariela G. Marianetti
http;//letrasinspiradas.blogspot.com
Comentarios